18 diciembre, 2007

12. EL SUEÑO DE CHUANG TZU

Versión literal e íntegra del sueño de Chuang Tzu, tal como la contó el Pulpo en el capítulo anterior:

“Chuang Tzu soñó que era un elefante. Su altura era enorme y su peso hacía temblar la tierra. Furioso —en el sueño no podía recordar la causa, pero algo de horror se confundía con su ira— embestía contra las ciudades y los hombres, aplastándolos contra la tierra amarilla. Desde la llanura reconoció que la ciudad a la que ahora se acercaba era la suya.
Entonces despertó. Qué liviano le parecía todo… La luz de la mañana atravesaba las susurrantes cortinas y rebotaba sobre los objetos, de vuelta hacia el aire…
En la esquina de la habitación su amanuense había dejado una jarra con agua y un recipiente de plata para enjuagarse la cara. Chuang Tzu se levantó y cruzó el cuarto. Escribiría su sueño. Se preguntó si, para el propósito de su argumento, no sería mejor la imagen de una mariposa en lugar de la del elefante: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa, y al despertarse no supo…”
Se sentó. Una tabla de bambú osciló en sus manos. ¿Y el pincel…? Miró hacia atrás. Con cierta alarma se dio cuenta de que las huellas que había dejado desde la cama hasta su escritorio eran rojas y que las plantas de sus pies estaban manchadas de sangre.
Se miró al espejo. En ese momento un peso enorme cayó sobre él y lo aplastó”.

17 diciembre, 2007

Canto 11. DESPERTARES

Hoy me levanté con la sensación de haber soñado que escribía un blog — un blog lleno de sonido y de furia (y de perros y gatos y hámsters galvánicos y pulpos con infancias traumáticas).
¡Ridículo! ¿A quién se le ocurre?
Sin embargo, al deslizarse el roedor sobre los bookmarks de mi browser, caí en la página de mi pesadilla. ¿Cómo es posible? De más está decir que no paseo perros ni trabajo en la cocina de un restaurante (soy un eterno universitario que vive de la bondad de los gobiernos —y la generosidad de los pueblos que pagan impuestos para que gente como yo tenga becas), y que no existe ninguna Lucette, ni ningún Pulpo, ni ningún…
—No suscribo a ese punto de vista—dijo el Pulpo desprendiéndose de la oscuridad—. Además, recurrir al truco del sueño para evitar responsabilidades y vergüenzas pasadas… la famosa acumulación de polvo abajo de la alfombra… Es muy bajo, muy poco ingenioso, poco original, trillado hasta el hartazgo... ¿Por qué no dejar a los sueños en paz… en la cama, preferentemente?¿A quién le sirven? Y en todo caso, qué es un sueño sino… Acordate de lo que le pasó a Chuang Tzu, que soñó que era una mariposa y al despertarse no sabía si era Chuang Tzu que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba con—
—De todas las cosas trilladas en el mundo —dije apretándole fuertemente el pescuezo— nada más trillado que el sueño de Chuang Tzu y la mariposa. Borges lo escribió y reescribió hasta en las puertas de los baños públicos. Todo el mundo lo conoce. Tus intentos son en vano…
El Pulpo, a su vez, atenazó mi cuello con una o dos o tres o cuatro o cinco manos. Rodamos por el piso.
—Borges dio una versión abreviada, debido a su ceguera y su vagancia —me susurró, tras haberme inmovilizado—. La traducción literal de la historia de Chuang Tzu es ésta:

(Y procedió a contarme la versión completa, como se lee en el siguiente capítulo).