23 abril, 2006

Cap. 2: ENTRA (O CASI) EL PULPO

El Pulpo, pensé. Dos días enteros intenté dar con una idea para un blog sin otro resultado que la avería de un ojo por rascado excesivo y una ligera tosecita asmática, normal en épocas de stress.

No sé si lo dije. Vivo en Nueva York desde 1999. Lucette a veces viene, aunque en general ella vive en otros lados. Es fotógrafa, viaja. Cuando se queda conmigo, paga parte del alquiler, si no pago yo solo. Hay que estar preparado. Tengo dos trabajos: de día paseo perros, de noche me arrastro en la cocina de un restaurante. Mi sueño es ser agente secreto, o mejor un investigador privado, tipo Holmes o Marlowe. Esto es para que se hagan una idea.

Vuelvo a lo que importa. Era de mañana, temprano. No había dormido en dos días. Me dolían todos esos huesos de los que no sé el nombre, me sentía miserable.
El Pulpo. Así como estaba me regurgité a la calle. El sol cegaba, el asfalto cegaba, todo cegaba. El único que puede ayudarme, pensé, es el Pulpo.

Ahora, el Pulpo (o "Pulppo", como dice llamarse) tiene sus cosas. Lo conozco de hace tiempo. Es decir, antes era un simple conocido. Acá, en Nueva York, el exilio fabricó lo que a la naturaleza ni se le habría ocurrido: somos amigos. O casi.
Aunque vivió en Argentina no es originalmente de allá. Lo sé porque el acento no cierra del todo. Tropieza en las 'erres' y sus 'pes' van acompañadas de tensas escupidas en staccatto.

El Pulpo es unos años mayor que yo, eso es seguro, y tiene lo que las ancianas en las verdulerías y los escritores de novelas llaman un "pasado", cosas que ocultar. Nunca quise averiguar mucho. El Pulpo vino de lejos. Quizá hasta sea un ser humano. No sé. Vino de lejos. Habla poco. A veces no habla nada. Tiene mal genio. Es un Pulpo con pocas pulgas.

Vive en un sótano de Brooklyn. Sale poco. Vive rodeado de cables. Tres monitores y cuatro impresoras zumban sin parar. El Pulpo calcula, organiza. A un costado tiene un Atari también. A veces juega al Pac-man. Dice que le trae recuerdos, que es un diagrama de la vida. El resto de la casa son libros. Pilas y pilas, de todo tamaño y color. Hay algunos que tienen fotos, pero esos mejor olvidarlos. "Hay que pasar el invierno", dice.

Cuando digo que "dice", a veces quiero decir que "escribe". Manotea lentamente el teclado, deja caer primero un seudópodo, después algún otro, y mientras tanto me vigila con un ojo. Mira la pantalla, mete una letra, para, te mira con un ojo; mira la pantalla, mete una letra, para, y así. Después se queja porque me exaspero. Lo hace a propósito, para molestar. Su indolencia lo lleva al punto de no querer usar sus cuerdas vocales. "Mi padre era tenor", miente. "Me enseñó a cuidarlas".
Pero cuando el exasperado es él, muge a toda velocidad, con esa voz de cactus que le espina la garganta y todos los oídos alrededor.
Chupa permanentemente un bombilla. ¿Qué será? ¿Coca? ¿Mate? Puede ser. Puede que no.

La cuestión es que fui a verlo a él, porque él sabe de computadoras y eso. Quería explicarle que tenía que hacer un blog, que estaba obligado a hacerlo (ver 'post' anterior), que necesitaba su ayuda porque no me alcanza el tiempo, con los dos trabajos y todo...
Golpeé la puerta dos o tres veces, la última gritando su nombre para estar seguro, pero no hubo respuesta. Que el Pulpo no esté en casa es raro. Tan frecuente como un eclipse de sol, o menos. No tuve más remedio que sentarme a esperar que apareciera.
Todo el día esperé, haciendo un par de 'breaks' para comer un sánguche y usar el baño del bar de la esquina. Después daba la vuelta, bajaba la escalera a la derecha del edificio, donde guardan los tachos de basura, me metía por la 'salida de incendio' y bajaba un poco más hasta la puerta del Pulpo. Cada vez que volvía llamaba de nuevo, por si las dudas. Así se fue todo el domingo, el único día libre que tenía.

Acabo de buscar la palabra sinuoso en el diccionario: curvo, serpenteante, quebrado, zigzagueante, tortuoso, retorcido. El Pulpo es sinuoso.

Al final, a eso de las diez de la noche, me dí por vencido y decidí volver a casa. Con un resto de furia impotente, le encajé una última patada a la puerta, escoltada por un insulto.
"¿Por qué no te dejás de molestar, querido?", dijo una voz desde adentro. El Pulpo, obviamente. Después de los obvios reproches, que abrevié por saberlos inútiles contra el Pulpo, le expliqué brevemente la historia del blog.
"Dejame pasar", rogué.
"Hoy no puedo. Estoy haciendo mis cosas", respondió.
Ahora, qué es eso que el Pulpo llama sus cosas, yo no quiero saberlo.
"Hablamos mañana. No. La semana que viene", dijo y escuché sus pasos alejarse. Era una simulación.
"Pulpo, seguís ahí ¿no?"
"Psé..."
"Oíme, Pulpo, no puedo esperar hasta la semana que viene..."
"La semana que viene es buey", dijo. Buey. Otro pulpismo. Seguramente por 'buena'. Supongo. Es uno de sus trucos para cortar una discusión. Mete una palabra sacada de la manga y te descoloca, produce un vacío, y el hilo de la conversación se disuelve, se pierde. No hubo más preguntas.
Salí hacia la noche y el final del invierno. En la calle lloviznaba, en casa me esperaban dos mensajes en el contestador: una publicidad de cruceros en el caribe y un aviso de desconexión si no pagaba la cuenta en tres días.

Y todavía tenía qué pensar sobre qué hacer un blog.

(Continuará...)

4 comentarios:

Roberto Taddei dijo...

Che, una pregunta, apenas:
Se encierra un dia la odissea del autor em busca de un blog, o no?
És que me parece la narrativa és perfecta y como tengo, brasileiro que soy, una tentacion por las telenovelas, prefiro saber se tendre que esperar seis meses por el fin o se sabre en el cable de unos días...
Y, además, tengo ganas de sugerir a mis 20 lectores para sepan qual és el drama anterior a la creación de un blog.
Buey, suerte!

Martín Monreal dijo...

Me gustaría poder contestarte la pregunta, pero el Pulpo no me deja. Dice que perderíamos lectores si contáramos el final de las cosas. Es como si cuando tenés 3 o 4 años y empezás a entender el idioma lo primero que te dijeran es que te vas a morir. Te corta la inspiración.

No, mi amigo, no hay final posible para esta "narrativa", para la búsqueda del blog perfecto...

Anónimo dijo...

Quién maneja al pulpo? quién es el doppelganger de quién?
dónde ocurre lo que aún no ha sucedido?
Genial, excelente hilo, y estoy en pleno difrute emocional!!!!
Espero nuevas directivas (o direcciones) de vuestro espacio o mejor dicho "Octopus garden".
Saludos

Anónimo dijo...

Best regards from NY! » » »